Las réplicas no nos dejaron dormir, contó una cordobesa
Una cordobesa que se encuentra en la ciudad más afectada por el terremoto de ayer cuenta la experiencia. Dice que anoche no pudo pegar un ojo porque hubo más de 20 réplicas.
“Fue ‘shockeante’. Estaba temblando. Cuando terminó el terremoto, no sabía dónde estaba parada”. Las palabras son de Sofía Goya, una joven cordobesa que se encontraba en Christchurch, Nueva Zelanda, en momentos en que un sismo de 6,3 grados de magnitud en la escala de Richter destruía a la ciudad. El movimiento telúrico se produjo a las 12:51 del martes en horario local, (a las 20:51 del lunes en Argentina), y dejó hasta el momento un saldo de 65 muertos y cientos de desaparecidos.
“Estaba en la oficina trabajando, cuando de repente comenzó a moverse todo”, dijo la joven de 27 años. Lo primero que hizo fue colocarse debajo de los escritorios, al igual que sus compañeros.
“Esa es la recomendación que nos dieron. En septiembre pasado hubo otro fuerte terremoto, y la gente aprendió bastante sobre cómo actuar en estos casos”, explicó Goya a La Voz del Interior.
Según dijo, a diferencia del sismo anterior, éste no dio ningún tipo de aviso previo. “En septiembre, el terremoto se escuchó venir un tiempo antes. Se oía como una tormenta que se acercaba. Esta vez no fue así, ya que los sacudones nos sorprendieron”, describió.
Horario de oficina. Durante el mediodía, la mayoría de los habitantes de Christchurch trabajan, pero entre las 12.30 y las 13 es el horario de almuerzo. “Es por eso que mucha gente se encontraba en las calles céntricas comiendo, lo que hizo que el número de víctimas fuera tan grande”, explicó Sofía, quien trabaja como diseñadora gráfica en esa ciudad.
Los medios de Nueva Zelanda informaron que todavía había entre 200 y 400 personas enterradas bajo los escombros, mientras los equipos de rescate trabajan sin descanso.
Organizados en el pánico. Una de las zonas más afectadas por el sismo fue el centro de la ciudad. Allí es donde más se nota la destrucción, ya que cayeron altos edificios e iglesias. “Destruyó la Catedral y quedó todo en ruinas. Grandes construcciones se transformaron en escombros, es increíble”, manifestó Sofía.
Su novio, un joven mejicano, se encontraba en una de las zonas más críticas. “Él estaba en otro edificio. Al salir, vio a los alumnos del colegió del frente gritar y llorar. Sin embargo, las maestras, a los tres minutos, habían controlado la situación, y tenían a los chicos alineados en fila”. “Eso es lo rescatable. No hubo caos. Si bien la gente siente pánico, eso no les impide organizarse”, dijo.
Y agregó: “Generalmente, demoro 15 minutos en llegar a mi casa en auto, pero esta vez tardé dos horas. Había mucho tránsito, pero no escuché ni un solo bocinazo. En las esquinas no funcionaban los semáforos, y los autos pasaban de a uno por vez”. Otro aspecto que destacó fue que en muy poco tiempo la policía había vallado los lugares considerados riesgosos, y si en algún sector no llegaron a delimitar dichas zonas, fueron los mismos vecinos los que colocaron elementos para indicar el peligro.
Noche de réplicas. Al volver a su casa, Sofía organizó un plan de evacuación junto a sus compañeros. Ante las continuas réplicas, el grupo dejó preparadas en el living unas mochilas con provisiones básicas. “Pusimos cosas importantes, como los pasaportes y reservas de agua. Varias veces corrimos de las habitaciones hasta las mochilas, ya que en la noche hubo como 20 réplicas. No pudimos pegar un ojo”, relató.
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